lunes, 31 de octubre de 2011

Revelaciones

Entonces llegó el tan temido día en que P.V. me confesó lo que sentía por mí.
Estábamos dispuestos a dormirnos cuando me abraza por la espalda y me dice: "¿Sabés qué?" Autómaticamente pensé para mis adentros: ¡Por favor no lo digas! Mi cuerpo se tensó y mi cabeza empezó a buscar, como deseándolo, otras opciones para lo que él me pudiera decir. Con resignación le pregunté: ¿Qué? Y ahí me largó lo que yo me negaba a escuchar: "Te quiero".
Me dieron unas ganas incontrolables de darme vuelta y decirle: "Andate ya de mi cama" pero por el contrario le dije "Yo también".
En ese momento sentí cómo me cerraba, era mas que una sensación, era algo tangible, físico. Mi mecanismo de defensa hablaba por sí solo, sin que yo pudiera hacer nada, tenía tantas ganas de sentir lo mismo, de dejarme llevar, de poder corresponderle... No podía permitirme hacerlo sufrir, no a él, no se lo merecía.

"no me ames pues te haré sufrir con este corazón que se llenó de mil inviernos"




lunes, 24 de octubre de 2011

Ni Si ni No ni Blanco ni Negro

Había días en los que estaba segurísima de lo que quería con P.V., y había días en lo que no quería saber nada. Ir de un extremo al otro me estaba volviendo loca, me hacía sentir muy mal, sobretodo porque no quería hacerlo sufrir a él, ya había pasado por un desengaño como para yo sumarle más tristeza a su vida.
¿Pero y mi tristeza? ¿Mis dudas? ¿Mi felicidad? ¿Qué pasaba con eso? Me di cuenta que siempre prioricé a los demás, incluso por sobre mi misma.
Y como la vida siempre te da el mensaje justo en el momento justo, un día como si nada, me topé con la siguiente frase:
"Cuando estés en duda, quédate quiero y espera; cuando la duda no exista más en vos, avanza con coraje. Mientras la niebla te rodee, quédate quieto; quédate quieto hasta que la luz del sol diluya la niebla, como seguramente lo hará. Ahí actúa con coraje."
Cuanta verdad junta, ¿para qué actuar cuando ni yo sabía lo que quería? Si tomaba una decisión en ese momento iba a terminar arrepintiéndome.
Le comenté a Cata lo que me estaba pasando, le dije que tenía mucho miedo de perder mi libertad y ella me dijo que era muy normal eso, que a todos nos pasa, que es una manera de preservarnos, más aún cuando venís de una relación tan enferma, como era mi caso, en dónde prácticamente me había convertido en otra persona para evitar tener problemas en mi pareja.
En ese momento me di cuenta de todo lo que había sufrido con mi ex, después de un año y medio de habernos separado caí en cuenta que me habían lastimado más de lo que yo creía. Mostrarme tan fuerte frente a todos hizo que la imagen se apoderara de mis verdaderos sentimientos y los dejara ocultos en el fondo de mi cabeza, no quería volver a pasar por algo así, esta vez tenía que aprender a elegir mejor y P.V. parecía el indicado.

lunes, 17 de octubre de 2011

Al borde del abismo

Entonces después de dar tantas vueltas, finalmente me di cuenta que él es el hombre perfecto, pero cuando digo perfecto digo perfecto eh, P-E-R-F-E-C-T-O, por si quedaban dudas.
Es de los que hacen todas las cosas bien: es amable, dulce, demostrativo, no te deja esperando; porque se adelanta siempre a tus necesidades y es ahí cuando te decidís a jugártela de lleno. Elegí dejar el miedo de lado, porque fue en ese momento cuando me di cuenta de todo lo aterrada que estaba a abrirme nuevamente, corriendo el riesgo de salir herida una vez más.
A medida que pasaban los días, P.V. me demostró que a pesar de yo tener 28 años y dos ex parejas, era posible volver a vivir primeras veces; yo estaba segura que ya había pasado por todo, pero a su lado me di cuenta de todo lo que me faltaba por recorrer. Y ahí caí en cuenta que si eso no era amor, no sé qué sería.
Otras de las cosas que me volaron la cabeza fueron las ganas que me daban de dormir abrazada a él, era algo que no me pasaba desde que me separé de mi ex. Todas las otras relaciones que tuve luego de separarme, no me generaron esa necesidad de acoplar mi cuerpo al del otro, de sincronizar todos nuestros movimientos, aún estando dormidos.
En ese momento me vi transicionando de un estado a otro, dejando atrás mi soltería para adentrame en una posible relación, lo cuál generó una inexplicable bipolaridad en mi. Venía de meses de mucha tranquilidad y mucha libertad, a las cuales había aprendido a querer.
Mi cabeza se llenó de dudas: ¿Estaba realmente preparada para esto? ¿Era lo que realmente quería?

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Esto es ser hombre?

Como bien dije, la segunda oportunidad no la desaproveché. Cuando se me acercó para hacerme un comentario sobre la peli que estábamos viendo quedamos tan cerca que ni lo dudé, me miró con esos hermosos ojos grises que tiene y supe que era el momento: nos besamos.
Fue tierno y extraño a la vez, ese beso podía traer muchas consecuencias, no era un beso sin presiones, podía salir muy bien, como muy mal.
Ni bien terminamos de besarnos P.V. me abrazó. Mis músculos se tensionaron, no entendía lo que me estaba pasando. P.V. no paraba de acariciarme, pero lo que más me freakeó fue cuando me agarró la mano, me la besó y luego lo hizo en la mejilla.
¿Qué le pasa? Pensé. Es demasiada "intimidad" para una primera cita; porque un beso en la boca se lo das a cualquiera, pero en el cachete???? NOOOO, eso sí que no!
Empecé a sentir que me asfixiaba, en ese momento entendí a todos los hombres que alguna vez dijeron sentir rechazo cuando una mina era demasiado cariñosa con ellos.
Pero ahí no terminó todo, cuando salimos del cine P.V. me agarró de la mano, él estaba tan tranquilo, tan cómodo y yo no sabía dónde meterme. Me había arrepentido casi inmediatamente de mis actos. Estaba muy mal lo que estaba haciendo.
Caminamos hasta la parada del colectivo y esperó conmigo a que llegara. Nos despedidos y ni bien me subí me sunó el celular. Era un mensaje de texto de él: "buena noche che" decía.
Los mensajes siguieron llegando y yo cada vez más sentía que necesitaba espacio, que no me estuviera tan encima, ¿por qué no podía ser como los demás que te dejan esperando?.
Y ahí fue cuando me cayó la ficha.
Siempre pedí encontrar un hombre así, que no diera vueltas, que fuera transparente, que no especualara, y ahora que lo tenía enfrente mío no lo valoraba. Qué cambió tanto en mí que me estaba comportando como el hombre de la "pareja".