lunes, 5 de marzo de 2012

Acá y ahora


Nuestra primera noche juntos la tengo grabada en mi memoria como si hubiera sido ayer. Fue muy especial para ambos ya que ninguno de los dos había estado antes con otra persona.
Recuerdo los nervios y el miedo que tenía, pero a su vez estaba convencida que no había persona más indicada en todo el mundo que él.
Esa noche no sólo nos entregamos mutuamente en cuerpo sino también en alma. Todavía estábamos abrazados cuando me dice: “te amo”. Nunca antes lo había hecho, fue por eso que le dije: “no tenés que decirlo por obligación, eh!”. Me miró y repitió: “te amo, de verdad”.
Nunca en la vida había sentido tanta alegría. Jamás pensé que uno pudiera sentirse tan completo, realizado, satisfecho. No quería que nunca pasara ese momento, si por mi fuera seguiría ahí, abrazada a su pecho, reposada sobre el hueco que se formaba entre su cabeza y su hombro que pareciera haber estado diseñado para mí, porque nunca me había sentido tan cómoda en mi vida.
Finalmente se tuvo que volver a Buenos Aires. A mi todavía me quedaba una semana de vacaciones en la costa. Para que la distancia se hiciera más corta todos los días me mandaba un mail  diciéndome lo mucho que me extrañaba y hasta llegó a dedicarme una canción deseando que estuviera allá con él.
Pensar que hoy soy yo la que desea que él estuviera acá, conmigo.