miércoles, 11 de julio de 2012

Tinieblas

Nunca pensé que era posible sentir tanta tristeza. Tanta soledad. Tanta desidia. Estaba perdida, realmente desorientada, de la noche a la mañana, literalmente, mi mundo había cambiado. Todo lo que me parecía cotidiano había dejado de tener sentido. Cualquier detalle me hacía acordar a él. La vida empezó a ser una monotonía sin rumbo. No le encontraba sabor a nada, las cosas no me divertían, decidí encerrarme en mí misma, sólo salía de mi casa para ir a la facultad. Mi único pasatiempos era mirar películas de amor, lo cuál no ayudaba mucho. Estaba indignada, todas tenían un final feliz, en donde el verdadero amor triunfaba. Cuánta mentira. Pero, ¿Y si era verdad? ¿Y yo lo había perdido o no luchado lo suficiente? Sentía que había desperdiciado la única oportunidad que me daba el destino de amar a alguien y que jamás volvería a tener otra chance.
Pasaron 6 meses, las cosas seguían siendo amargas, pero de a poco iban volviendo a la normalidad; me hice amiga de una chica en el club con la cuál empecé a salir de noche, también me hice amiga de unos chicos del barrio con los cuáles nos juntábamos a tomar mate los domingos. Me ayudaron mucho.
Dicen que superar una relación lleva la mitad del tiempo de lo que duró. A mi me llevó casi lo mismo que lo que estuvimos juntos, incluso hubo veces en las que dudé haberlo hecho, como por ejemplo hace dos años, cuando me lo crucé en la calle, frente a frente, después de todo este tiempo sin saber nada de él, desde aquella noche en la que me dijo que no podíamos seguir juntos.