lunes, 30 de enero de 2012

Mi primer amor

Matías había entrado en mi vida en el momento indicado, cuando ya no creía en nada ni en nadie.
Yo estaba sentada en un bar, resignada, con la mirada perdida y a punto de irme cuando giro mi cabeza y noto que alguien me estaba mirando: -"Vos te llamás Lola" me dijo, "ibas al colegio de la vuelta de mi casa y cumplís años el mismo día que yo" prosiguió. Yo me quedé ahí, boquiabierta, sin poder emitir sonido. ¿Quién era este chico que sabía tanto de mí? "Yo soy Matías" me dijo, "íbamos al grupo de la parroquia juntos, ¿te acordas?" Y ahí me acordé, sobretodo porque haciendo limpieza la semana anterior había encontrado entre mis papeles la lista de nombres de todos los integrantes de dicho grupo.
Conversamos un rato y él se tuvo que ir: "dame tu teléfono y te prometo que te llamo". En esa época no era común tener celular por lo cual tuvimos que ir a la barra a pedir una lapicera. No tenían. Qué suerte la mía pensé, pero a él no lo detuvo: "no importa, decímelo, me lo voy a acordar" y en ese momento supe que decía la verdad. Durante tres días estuve esperando que sonara el teléfono, las cosas no eran como ahora que mandás un sms y listo, todo cocinado. No. Los chicos tenían que llamar a la casa de la chica que le gustaba corriendo el riesgo de que los atendiera el padre. Qué coraje, hombres eran los de antes.
Finalmente me llamó: "Me acordé, ¿viste?" y me invitó a comer: "pero vas a comer no? no me gustan esas chicas que las invitas a comer y piden una ensalada o se quedan mirando como vos comes". No sabía con quién estaba hablando pobre Matías. "Y después podemos ir al cine, te parece?" El plan no podía ser mejor.
Finalmente salimos, comimos y vimos la peli. Fue una velada encantadora. Recuerdo como si fuera hoy cada gesto y cada detalle de mi relación con Matías. Recuerdo que me agarró de la mano en el cine, recuerdo que la peli que elegimos fue "En el fondo del mar", recuerdo que comimos pizza, recuerdo que me acompañó hasta la puerta de mi casa pero lo que no recuerdo es si el hombre que se convertiría en el amor de mi vida al momento de despedirse me besó o no.

lunes, 23 de enero de 2012

You've got mail (pero el old-fashioned mail)

Un día como cualquier otro llego a mi casa y veo varios sobres sobre la mesita de entrada. Me dispongo a abrirlos para corroborar que no se me hayan vencido los servicios cuando de repente me topo con uno medio misterioso. Era un cd. Al frente decía "hola!" y al dorso tenía anotado:

"Pense que la iba a encontrar nuevamente en el ascensor, pero no. Asique el cd que le había grabado tengo que dejárselo aquí, espero que le guste - su vecino del 1°C"

Recapitulé todas las personas con las que había viajado en ascensor, suelo ser bastante simpática o mejor dicho charleta (heredé de mi mamá el hablar hasta con las paredes). Tenía un par de vecinos en mente pero había uno que era el más probable dado que solía cruzarmelo seguido.
Como simplemente no había dejado su nombre, sino su dirección de mail, se me hizo un poco más complicada la búsqueda, pero finalmente lo encontré. Su nombre es Sergio y es profesor de cine, un oficio bastante sexy si me preguntan.

Me puse a escuchar el CD y para mi sorpresa me gustó muchísimo. Digo para mi sorpresa porque soy la persona con peor gusto musical de la historia. Entre los artistas estaban Adele y una cantante llamada Asa que me encantó, jamás había escuchado nada de ella.

Como soy una persona muy educada le escribí un mail agradeciéndole pero que no daba pie a nada más, la verdad es que no estaba interesada pero ¡qué halagada me hizo sentir!

miércoles, 11 de enero de 2012

Ser

En mi nuevo estado de optimismo accedí a tener una "cita" con un amigo de Cata. Sinceramente no tenía ninguna expectativa, y de hecho tampoco tenía muchas ganas de salir, pero ¿qué iba a hacer? ¿quedarme en mi casa encerrada? "Al menos te invitan una cena" me dijo Cata, "Aprovechá" concluyó.
El tema de salir a cenar con un desconocido me parecía un poco fuerte, hace un tiempo vengo pensando que no se va a comer con cualquiera, los restaurantes dan románticos y si uno no quiere dar un mensaje equivocado lo mejor es ir a tomar unos tragos a un bar bien de barrio. Pero cuando Agus me propuso ir a cenar no pude decirle todo esto, además estaba medio jugada con la hora y no llegaba a comer a mi casa.
Cuando me pasó a buscar bajé cargada de preconceptos y si había algo que Agustín no era, era ser estructurado.
Al saludarlo noté que se había puesto perfume. Mucho. Al parecer los hombres se estan volviendo cada vez más mujeres pensé, pero así y todo me pareció un poco simpático el hecho de que ahora ellos también tengan que pasar por ese momento previo a la salida en donde se tiran el placerd encima.
Fuimos a un restaurant bastante paquete en Las Cañitas, el promedio de edad era bastante más elevado que el nuestro pero con el correr de la noche aquella incomodidad se desvaneció debido a lo entretenida que estaba nuestra charla.
Como bien dije, Agus no tiene estructuras, por eso decía todo lo que pensaba. Llegamos a hablar sobre temas que no toqué ni con mis amigos más íntimos o al menos no tan rápido. También hablamos de cosas que no "deben" hablarse en una primera cita, pero así y todo se sentía tan correcto.
En ese momento me di cuenta que cuando uno es como es y no está en pose, lo más probable es que las cosas salgan bien, que te diviertas, y que le gustes al otro.
Este no fue el caso, si bien nos caimos bárbaro, faltó ese toque mágico, esa chispa que ando buscando y no pienso resignar.

lunes, 2 de enero de 2012

Catarsis

Durante varios días lloré. Lloré como no recordaba haberlo hecho en mi vida, las lágrimas brotaban sin cesar y la angustia era inexorable, esa opresión en el pecho que no te deja respirar y duele como ningún otro dolor.
Prácticamente había avandonado todas mis actividades "extracurriculares" para pasarme la mayoría de mi tiempo libre echada en la cama, no quería hacer nada, hablar con nadie, ver a nadie, sólo quería estar ahí, recostada junto con mis pensamientos. Hasta que un día caí en la cuenta que eso no era lo que quería para mi. Que no tenía ningún sentido lo que estaba haciendo, que era el momento de hacer las cosas que siempre había dejado pendientes y así fue como levante el teléfono y llamé a la profesora de canto que me habían recomendado hacía un par de días.
Siempre me gustó cantar pero nunca lo hice bien, por lo cuál era una buena oportunidad para mejorar mis habilidades y a su vez iba a ser la actividad indicada para exteriorizar mis sentimientos.
Cuando la profe me dijo que piense un tema para practicar, automaticamente se me vino uno a la cabeza, casi sin saber por qué. A medida que pasaban las clases iba saliendo cada vez mejor, pero un día cuando empecé a entonar las primeras estrofas sentí un nudo en la garganta, sentí la letra como propia, como si fuera yo la que le estaba diciendo todo eso a alguien, a ese alguien que siempre me hizo inmensamente triste:


(me encantaría que me propongan temas para practicar en mis clases, si son en castellano mejor :D)