Me debe haber agarrado en un momento de vulnerabilidad o
simplemente sentí que esta vez me contactaba desde un ángulo diferente, que
realmente necesitaba decirme algo. Tantas veces fui yo la que necesitó desahogarse
que le respondí: ¿de qué querés hablar? Así, cortito y al pie.
Su respuesta me descolocó, fue muy sincera y no me la
esperaba, me decía que no le gustaba haberse alejado tanto de mí que siempre me
consideró muy copada y que todos los momentos compartidos conmigo habían sido
un placer.
Así y todo mi respuesta fue seca y distante. La realidad es
que hacía un año que no teníamos contacto, más allá de sus ridículos mensajes
mensuales. Además la última vez que hablamos le dije que no quería saber nada
de él mientras estuviera de novio.
Casi sin darnos cuenta estábamos intercambiando mails como
si el tiempo no hubiera pasado, de a poco empezaba a aflojar, a pensar que tal
vez me había equivocado con él, que a veces los tiempos de uno no son los del
otro y que yo también me había sentido muy cómoda cuando estuvimos juntos.
Entonces un día mientras hablábamos le pregunté: ¿por qué me
seguís buscando? A lo cual respondió:
"Cuando
pienso o miro para atrás, extraño llevarme con alguien como me llevaba con vos.
Es poder reírme o hablar o 'molestar' y que el otro tenga paciencia, comprensión,
cosas que vos tenías. Por eso apareces como un fantasma el cual me enoja que se
haya alejado y entiendo perfectamente que lo hayas hecho. Pero ese recuerdo de
que cuando estaba con vos las demás cosas bajaban su volumen es lo que me hace
buscarte".
Por
un segundo se me paró el mundo, pero como hace dos años la volvió a embarrar
cuando continuo hablando:
"Agradecé que estoy con alguien sino te hubiera enfermado aún
más todo este tiempo. Todavía estoy en pareja pero te sigo pensando… En como
serian las cosas si te hubiera elegido a vos y no a ella..."
En ese momento me di cuenta que no valía la pena seguir
perdiendo el tiempo; me despedí y le dije que esta vez sí no me contactara
nunca más en su vida.